jueves, 26 de abril de 2012

La fuerza de nuestros lazos.


Volví a llenar mis pulmones con el humo intoxicado del tabaco y miré a mis compañeros.

Estaba a gusto, recostada sobre la hierba contemplando a todos tal y como eran, sin tener que escondernos de nada ni nadie, siendo nosotros mismos en apariencia física y personalidad.

Corvus y Therion dormían tranquilos alejados de la hoguera, a mi lado Skädi lucía un pelaje suave y brillante, Driuk era el único de los lobos que mantenía la forma humana en ese momento, con la espalda apollada en un árbol bebía, comía y fumaba casi al mismo tiempo, Zems se había quedado dormido sobre el lomo de Corvus con el cigarro encendido en la mano, casi hallaba una metáfora de la vida viendo como mientras dormía otro de sus recuerdos de papel se consumían,  Lyra permanecía aun despierta observando la hoguera sumergida en sus pensamientos, era la primera vez que veía las alas de un ángel, eran casi por completo negras, a excepción de algunas plumas blancas repartidas por ellas; en el costado, había unas runas tatuadas donde para quienes sabíamos interpretarlas se leía : “ El sacrificio llega a la hora de proteger a aquellos a quienes amamos “

Brillante frase, gran verdad.

Creo que observando esa escena empecé a comprender lo que todos ya sabían. No había lugar ni en Cephus ni en ninguna otra parte para nosotros, nuestras vidas habían sido truncadas e ignorábamos el por qué. Pero también fue en ese instante, mirándolos a todos cuando comprendí que lo que nos había unido era una convicción; la de escribir nuestro destino, la firme idea en nuestros corazones de no buscar un lugar para nosotros, si no crearlo y sentir como hogar cualquier parte donde nos halláramos siempre que permaneciésemos mano a mano y espalda contra espalda.